Durante sus primeros años, la distancia y la falta de clero marcaron profundamente la vida religiosa, sostenida gracias al compromiso de la comunidad y de las órdenes misioneras que la asistieron, en particular los Franciscanos (1936-1963) y los Oblatos (1980-1993). También desempeñaron un rol fundamental los sacerdotes diocesanos, los laicos y las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas (1977-1993), quienes mantuvieron viva la fe en contextos de gran dificultad. A partir del incremento de vocaciones sacerdotales bajo el gobierno pastoral de Mons. León Kruk, se consolidó una nueva etapa signada por la presencia de clero argentino y diocesano. En la actualidad, el edificio se encuentra abierto al público y funciona como espacio para actividades y muestras interactivas de carácter cultural y religioso.
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